Recordamos a los espías que dudaron de la promesa de Dios y no entrarían a la tierra prometida. Vemos a un pueblo con una constante rebelión contra Dios. La verdad es que somos muy similares al pueblo de Israel, somos personas con corazones propensos a olvidarnos de amar a Dios y creer en sus promesas.
El pueblo de Israel no tenía la revelación completa, ellos tenían la ley escritas en rollos y Dios estaba dando nueva revelación. La manera tener acceso a la ley era por medio de escucharla, y esto lo debían hacer en todas sus actividades diarias.
¿En qué manera estamos escuchando la ley de Dios? ¿Cuál es nuestra manera de guardar este mandamiento de escuchar? Si no hay repetición no puedo recordar detalles del pasado. Las historias que me cuenta mi papá puedo contárselas a mis hijos para que ellos conozcan acerca de su abuelito. ¿En qué maneras estamos repitiendo la palabra de Dios en casa? Quizá a través de un devocional familiar.
También hay oportunidades de escuchar la palabra de Dios en el camino. Ahora con la tecnología podemos oír un podcast o una predicación. También lo podemos repetir al acostarnos, repitiendo algún pasaje de la palabra de Dios como lo haríamos con nuestros hijos. Algunos tienen su devocional personal al iniciar el día.
Dt 6:8-9 Recuerdo crecer con los versículos en cuadros o los versículos de escuela dominical de los niños. Ahora, en la era de la tecnología, podemos compartir un post o publicación en nuestras redes sociales. Nosotros como creyentes debemos valorar y publicar la escritura. El mandamiento a es “escucha”.
Dt 6:5 Escuchar y amar están relacionados. Moisés les hacía una advertencia al pueblo, ellos entrarían a la tierra prometida (Dt 6:10-13) y les recuerda de no olvidarse del Señor su Dios. (Dt 8:11-18) Muchas veces nos olvidamos de Dios y amamos las cosas que él nos ha dado, pero todas las cosas provienen de Él. El problema es que nos desenfocamos y pensamos que nosotros somos la fuente de toda bendición.
Dt 7:6-9 Todo lo que experimentamos es por gracia. La salvación es por gracia (Ef 2:8). Aprendamos a ser agradecidos, a amar a Dios y no sólo las bendiciones que Dios nos da. Dios es fiel al enviar a su hijo a morir por nuestros pecados.
¿Escuchó la palabra de Dios? ¿Tomó tiempo para repetirla? ¿En qué maneras estoy amando a Dios?
El problema del pueblo de Israel era un problema del corazón. Así como la primera pareja en el huerto del Edén, desobedecemos y no escuchamos el mandamiento de Dios. Así también hoy nuestro problema es un problema del corazón, Dios quiere cambiar nuestro corazón y eso sucede cuando conocemos al Señor. Dios mismo se humanó y cumplió a la perfección la ley de Dios, y él mismo se ofreció para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.
Hebreos 8:1, 6, 10:14-22 Es por medio de Jesucristo que podemos tener un corazón nuevo, él puede limpiarnos de toda maldad y poner el deseo en nuestro corazón de valorar la Palabra de Dios y amarle con todo nuestro corazón. Esto sucede cuando nosotros hemos experimentado ese nuevo nacimiento. Dios quiere que nosotros escuchemos con atención y amenos su ley.
Necesitamos valorar al Señor, que su amor demostrado en la cruz nos hate para así amarle.