Cuando íbamos a la escuela ¿cuál era aquella cosa que a nadie le gustaba? La tarea. Quizá no nos gustaba porque quitaba tiempo de juego en las tardes o no nos gustaba porque era difícil, o era mucha tarea. Si embargo debíamos realizarlas antes de ir nuevamente a la escuela para que el maestro la revisara. Pero algo que siempre me pasaba a mí personalmente, es que se me olvidaba hacer la tarea. Simplemente la ignoraba para hacer otras cosas que yo creía que eran importantes.
Ahora, ¿sabe usted que cuando el Señor Jesús se fue, él nos dejó una tarea? ¿Cuál fue esa tarea? (Mat 28:19) Hacer discípulos. A diferencia de lo que experimentamos en la escuela, Jesús no dejó muchas tareas por hacer, él nos dejó una. Y el problema es que, al igual que la tarea de la escuela, olvidamos hacer nuestra tarea; nos enfocamos en muchas otras actividades que creemos que son importantes y dejamos de lado la gran tarea o la gran comisión de Cristo.
¿Qué es hacer discípulos? David Mathis define hacer discípulos como «invertirse a uno mismo de manera intencional y relacional en el crecimiento espiritual y la madurez de algunos discípulos». Es ayudar a otros creyentes a ser como Jesús (crecimiento espiritual), ayudándoles a conectar y aplicar las verdades de Cristo y el evangelio en su vida diaria.
Hacer discípulos es invertirse a uno mismo de manera intencional y relacional en el crecimiento espiritual y la madurez de algunos discípulos
Y ahora Pablo le está escribiendo a Timoteo para recordarle la importancia de ser fiel en cumplir esta tarea, la tarea de hacer discípulos. Todos nosotros, al igual que Timoteo, necesitamos una visión clara de cómo debemos vivir nuestra vida de aquí hasta que el Señor venga. Muchas veces podemos perder la dirección pensando que ser cristiano sólo se trata de venir a la iglesia, o hacer cosas en la iglesia, ayudar a otros, etc.; somos discípulos, pero no estamos haciendo discípulos.
En nuestra mente delegamos esa tarea a otros, creemos que es la responsabilidad del pastor, o de los hermanos capacitados de la iglesia, pero es un llamado para todos. El discipulado es la esencia de la vida cristiana, y es la manera que Dios ha determinado para que el evangelio avance. Ese es el efecto Dominó, Jesús comenzó esta labor de establecer su reino y el discipulado es la manera que Dios ha establecido para el avance del evangelio en este mundo.
La intención no es simplemente de añadir personas a la iglesia, sino la multiplicación, hacer discípulos que hacen discípulos. Es lo que encontramos en el versículo 2, donde podemos ver cuatro generaciones de discípulos que se producen con el efecto dominó.
No es una tarea fácil, por eso Pablo le dice a Timoteo que tiene que esforzarse en la gracia que está en Cristo. La Biblia de las Américas dice: «fortalécete en la gracia que está en Cristo Jesús», podríamos decirlo también como «toma tus fuerzas de la gracia». El necesita la gracia de Cristo porque vendrán penalidades que debe sufrir (2 Ti 2:3). Si el maestro de maestros el discipulador por excelencia fue condenado a la muerte en una cruz, y el mismo discipulador de Timoteo está escribiendo de una cárcel por cumplir su tarea de hacer discípulos, cuánto más a todos aquellos que decidan tomar el camino de la cruz.
Pablo ilustra este llamado utilizando tres metáforas, la del soldado, el atleta, y el agricultor. Estas ilustraciones fueron seleccionadas para alentar a Timoteo a seguirse esforzando aun cuando la tarea se ponga difícil, y son la manera en la que Timoteo y todos nosotros debemos esforzarnos en nuestro llamado de hacer discípulos.
1. El soldado
Mis dos hermanos menores son soldados, así que les pregunté cuál era su deber como militares. Uno me envió un extracto del código de servicio que utilizan en el ejército: «EL SERVICIO DE LAS ARMAS EXIGE QUE EL MILITAR LLEVE EL CUMPLIMIENTO DEL DEBER HASTA EL SACRIFICIO, Y QUE ANTEPONGA AL INTERÉS PERSONAL, LA SOBERANIA DE LA NACION, LA LEALTAD A LAS INSTITUCIONES Y EL HONOR DEL EJERCITO». Continúa diciendo: «El cumplimiento del deber es a menudo áspero y difícil, y muchas veces exige penosos sacrificios; pero es el único camino para el militar que tiene conciencia de su dignidad y de la importancia de la misión que la patria le ha conferido.
Me llamó mucho la atención que al principio dice que debe anteponer a sus intereses personales la lealtad y el honor a la soberanía nacional. En lugar de involucrarse en cuestiones de la vida cotidiana, el soldado debe dedicarse por completo a la vida militar. De hecho, quienes no lo cumplen son considerados como desertores.
La LBLA dice que «Ningún soldado en servicio activo se enreda en los negocios de la vida diaria…». El soldado tiene una responsabilidad de cumplir con su deber. Lo que el versículo quiere decir es que el creyente no puedo agradar a Dios y agradarse a sí mismo, no puede vivir para Dios y vivir para este mundo. De la misma manera, vivir la vida cristiana demanda dedicación completa y total. Gál_2:20 «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí».
«Ningún soldado en servicio activo se enreda en los negocios de la vida diaria…»
Hay muchas cosas que pueden distraernos de nuestra misión, todo el tiempo somos bombardeados por información, tareas, entretenimiento, redes sociales y cosas que nos intentan desviar de nuestra misión de alcanzar al mundo perdido y avanzar el evangelio a través de hacer discípulos. Como los soldados, debemos renunciar a la seguridad de este mundo y vivir para los intereses del reino. «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente…» (Ti 2:11-12).
Al hacer discípulos, debemos recordar que nuestro objetivo es complacer a Jesús, y esto nos costará el favor de ciertas personas, reputación o amistades. Pero debemos permanecer firmes en la misión que hemos recibido. Hch 20:24 «Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios». ¡Esfuérzate en la gracia! como un soldado, enfócate en tu misión, pero también…
2. El atleta
Durante los juegos olímpicos de Sídney en el año 2000, todo México estaba emocionado ya que Bernardo Segura y Noé Hernández habían obtenido el oro y el bronce respectivamente en la marcha de los 20 kilómetros. Todo era fiesta hasta que uno de los jueces se acercó a Bernardo Segura y le mostró la tarjeta roja diciéndole que estaba expulsado. Al parecer había cometido tres faltas o movimientos que no estaban permitidos y que le habían ganado ventaja sobre los demás competidores. Le quitaron el oro.
En esta segunda metáfora se nos presenta la imagen de un atleta, y hay muchos aspectos que se pueden mencionar de un deportista, como su disciplina, esfuerzo, pero me gustaría mencionar el más obvio, la virtud de la integridad. La Biblia de las Américas dice en este versículo: » Y también el que compite como atleta, no gana el premio si no compite de acuerdo con las reglas».
A veces hacer discípulos puede sentirse como una carrera larga a interminable. A veces nos da la impresión de dar vueltas en círculos y no ir a ningún lado. Y muchas veces tenemos la tendencia de buscar atajos. Como ministros de la Palabra tenemos la tendencia pensamos en programas, actividades o eventos que van a hacer de manera más rápida lo que nos tomaría tiempo, dolor y sacrificio, si lo hacemos uno a uno. Buscamos hacer discípulos en masa.
Esta es la razón por la que muchas iglesias creen que, al pasar a alguien a través de todo un plan de programas de discipulados, van a salir personas a la imagen de Cristo. Ahora, el estudio bíblico no está mal y sin duda tiene su lugar, el punto es seguir el modelo de discipulado de Jesús. Él invirtió su vida en unos pocos hombres para que ellos aprendieran a hacer lo mismo con otros. Ser fieles como atleta implica hacer las cosas a la manera de Dios y con el método de Dios.
Recordemos que el discipulado es ayudar a otros creyentes a crecer en su vida espiritual (ser más como Cristo), ayudándoles a conectar y aplicar las verdades de Cristo y el evangelio en su vida diaria.
¿Cómo hacemos esto? Primero necesito conocer el mensaje central. Pablo dijo a Timoteo «Lo que has oído de mí ante muchos…» (2 Ti 2:2) ¿Qué es lo que Timoteo había oído de Pablo? ¿Cuál era el mensaje que el compartía ante todos aquellos que le escuchaban? 1Cor 2:2 «Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado». El evangelio. El evangelio no sólo es para los que no conocen de Jesús, el evangelio es el mensaje central para todos los que somos discípulos.
El evangelio no sólo es para los que no conocen de Jesús, el evangelio es el mensaje central para todos los que somos discípulos.
En segundo lugar, necesito vivir el mensaje. Los atletas que corren la vida cristiana, son hombres y mujeres fieles en vivir y enseñar el evangelio de Cristo. 2Co 2:17 «Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que, con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo».
Si hablamos con alguien que ha perdido a un ser querido, podemos recordarle que Jesús también fue separado de su padre para poder acercarnos a Dios. Cuando alguien está enfrentando injusticia, podemos ir a la cruz y ver cómo Jesús fue muerto injustamente, sin embargo, en medio de todo, Dios seguía en control. Cuando alguien le ha ofendido y somos tentados a devolver la ofensa y vengarnos, podemos ir a la cruz y ver a aquel que aún «cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente» (1 Pe 2:23).
El evangelio es central para cada área de nuestra vida, y necesitamos conectar y aplicar las verdades del evangelio en el día a día, y ayudar a otros a hacer lo mismo. Corre como atleta, siendo fiel al mensaje que se nos ha encomendado.
3. El agricultor
Como los agricultores, debemos trabajar arduamente y saber esperar. Los agricultores se mantienen firmes por la esperanza de la cosecha.
Es interesante que la LBLA lo traduce de la siguiente manera: «El labrador que trabaja debe ser el primero en recibir su parte de los frutos». Es decir, que no es el labrador perezoso el que va a recibir frutos sino aquel que persevera en hacer su labor. Y el trabajo del campo no sólo es sembrar y ya, se debe preparar y abonar la tierra, se siembra la semilla y después, mientras las plantas van creciendo se va fumigando cada cierto tiempo para evitar las plagas afecten la siembra. Suena fácil si tienes unas cuantas plantas, pero cuando debes cultivar 3, 5 o más hectáreas, esto se convierte en una gran tarea.
Más que ningún otro trabajador, el agricultor debe aprender que no hay tal cosa como resultados inmediatos. Como creyentes también debemos aprender a trabajar y esperar.
Muchas veces como discipuladores tenemos que sembrar la buena semilla de la palabra en los corazones y en las mentes de sus oyentes sin ver un resultado inmediato. Sucede con los predicadores, pero también las maestras de escuela dominical, muchas veces se esfuerzan en enseñar sin ver ninguna diferencia de sus alumnos. Un padre o una madre se esfuerzan en educar e instruir sin ver muchas veces alguna diferencia en sus hijos. Es solamente con el paso del tiempo, las semanas, meses o años, que se comienzan a ver los resultados.
El campesino debe aprender a esperar con paciencia la obra de gracia en los corazones de sus discípulos. Es esta misma ilustración la que utiliza Isaías para hablar de la esperanza que sostiene al agricultor/discipulador: «Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié». (Isa 55:10-11)
El campesino debe aprender a esperar con paciencia la obra de gracia en los corazones de sus discípulos.
1 Co 15:58 «Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano». Hermanos, debemos ser fieles y trabajar fielmente, sabiendo que el Señor a su tiempo dará el fruto. No nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo segaremos si no desmayamos.
Conclusión
Considera lo que digo… Timoteo necesita meditar en esto y pensar en cómo la gracia de Dios obra en todos los aspectos de nuestra vida. Medita en esto hasta la gracia de Dios penetre en cada fibra de tu ser y entiendes que es esencial para todos los aspectos de tu vida. El pasaje comenzó diciendo «esfuérzate en la gracia», pero ¿cómo puedo esforzarme en la gracia si la gracia es un favor no merecido? Timoteo debe cumplir su tarea dependiendo de la gracia.
Tanto el atleta como el soldado buscan ganar, el caballo se alista para la batalla, pero el Señor es el que da la victoria. También el agricultor puede preparar la tierra y cuidar su siembra, pero el crecimiento de la planta no lo hace el agricultor, lo hace el Señor. Toma tu fuerza de la gracia y confía en lo que Dios quiere hacer a través de ti en la vida de otros. Tu confianza no debe estar en tus fuerzas sino en la gracia y la obra sobrenatural de Dios a favor de su pueblo.
¿Cómo estamos con nuestra tarea? ¿qué tanto estamos haciendo lo que Dios nos encomendó? ¿Qué tanto estamos invirtiendo nuestras vidas en otros? Que el Señor nos ayude a cumplir fielmente nuestra misión.