El Dios de orden en medio de familias en desorden

Orden y desorden

Comenzamos este capítulo muchos años después de las historias narradas en el capítulo anterior. Ahora Isaac ya es un anciano, y es tan viejo que ya hasta ha perdido la vista. Él era consciente de su condición física y de la realidad de que le quedaba poco tiempo de vida. Así que considera que es momento de pasarle la bendición a su hijo primogénito, para continuar con el plan de Dios de redención (v. 1-4).

Él llama a Esaú en secreto, y le da la instrucción de salir a cazar y prepararle un guiso para darle su bendición. Sin embargo, lo que él no sabía es que Rebeca estaba escuchando, y rápidamente llevaría a cabo su plan para que Isaac bendijera a su hijo favorito (v. 5-6).

Este capítulo tiene mucho drama, engaños, secretos descubiertos; bien podría ser el episodio de una novela.

Pero lo que más podemos notar en este capítulo es una familia totalmente disfuncional y dividida. Comenzamos desde un capítulo anterior donde se nos dice que Isaac amó a Esaú porque comía de su caza, y Rebeca amaba a Jacob porque era más tranquilo y habitaba en tiendas. Había rivalidad y favoritismo y contienda.

Y lo que quiero que aprendamos esta mañana cómo Dios es soberano y él está obrando aún en medio del caos. No hay familias perfectas, y Dios quiere usar la familia para ser un medio de gracia, un instrumento de santificación donde él va a exponer nuestro pecado, mostrar lo que realmente hay en nuestro corazón para transformar nuestras vidas.

1. El esposo

Esta situación comenzaba desde la cabeza, el líder de familia, el esposo, el padre. Isaac conocía la profesa que Dios había dado aún antes de que los niños nacieran, de que el mayor serviría al menor. Pero también Esaú se había descalificado por casarse con dos mujeres, lo cual no es el diseño de Dios, pero también estas mujeres eran paganas y no podían continuar con la descendencia en el plan redentor de Dios. Esto trajo muchos problemas a Isaac y Rebeca (Gen 26:34-35). El hombre debía dejar a su padre y madre para unirse con su mujer, pero Isaac había consentido que Esaú y sus mujeres vivieran todavía con ellos.

Quizá Isaac no sabía que Esaú había vendido su primogenitura, pero él conocía claramente lo que Dios había dicho y que Esaú no cumplía con los calificativos, y aun así decide empeñarse en bendecir a su hijo favorito e ir en contra de la voluntad de Dios. Él está consintiendo y solapando a su hijo favorito.

Esta actitud trajo mucha tensión a toda la familia. De hecho, en todo este relato vemos a un Isaac muy desconfiado, porque entendía sus limitaciones, pero también tenía sus sospechas sobre las intenciones que Rebeca tenía de intervenir para que la Bendición cayera sobre Jacob. Vemos cómo cuando Jacob entra a verlo, él sospecha todo el tiempo de él, de hecho, al fallarle la vista, utiliza todos los sentidos que le quedan para asegurarse de no equivocarse y bendecir a su hijo favorito (V. 18-27).

Encontramos a un Isaac inseguro y desconfiado. Isaac había perdido la confianza en su esposa, su relación con su esposa y sus hijos estaba quebrantada porque principalmente su relación con Dios se había quebrado. Este era el principal problema. Las debilidades en nuestro hogar sólo será un reflejo de la debilidad en nuestra relación con Dios.

Hermanos, como líderes en nuestro hogar, las fallas en nuestra familia sólo son un reflejo de nuestros propios pecados y fallas en la responsabilidad que Dios nos ha dado de ser cabeza en nuestro hogar (Ef 5:22-23). Como esposos y padres tenemos la responsabilidad de amar y guiar a nuestra familia, así como Cristo lo hace con su iglesia. Tenemos la tarea de reflejar el liderazgo amoroso de Cristo con nuestra pequeña manada, para guiarlos al Señor y a hacer la voluntad de Dios.

Pero Isaac no era el líder que Dios le había llamado a ser, y su familia era un reflejo de ello.

2. La esposa (V. 6…)

En una situación familiar siempre hay varios responsables. En un problema matrimonial la responsabilidad recae sobre las dos partes. Así que encontramos a Rebeca, quien ya sabía que Jacob era el elegido, sin embargo, decide hacer las cosas a su manera. Quizá ella tiene la razón, suponiendo en el mejor de los casos que no está actuando por favoritismo y que quiere hacer la voluntad de Dios, sin embargo, no hace las cosas bien ya que actúa con astucia a espaldas de su esposo y poniendo a sus hijos en rivalidad. Y en lugar de hablar con su esposo, y ayudarlo a recordar lo que Dios había dicho, animarlo, orar por él y ayudarlo a hacer la voluntad de Dios, decide hacer las cosas a su manera.

Alguien dijo de broma en una ocasión, que el hombre es la cabeza, pero la mujer es el cuello. Has sido diseñada para ser una ayuda idónea, y la verdad que lo son. Mi esposa siempre tiene una perspectiva de una situación que muchas veces no estoy considerando. Y la verdad, la mayoría de las veces las esposas tienen razón, pero no lo están comunicando de la manera adecuada.

Rebeca es una mujer astuta, ha planeado y ha pensado en todos los detalles para que todo se haga como ella quiere. Cubrirse de pieles y usar la ropa de su hermano no es algo que se le había ocurrido a Jacob, fue todo un plan bien trazado de una mujer tenaz y astuta. De hecho, aún ante la advertencia de Jacob por el peligro que esto implicaba ¿Qué fue lo que Rebeca le dijo? (v. 8, 11-13). Una madre puede ser una influencia en sus hijos y afectar la relación de los hijos con los padres.

Rebeca está cegada por la idea de que su hijo sea el que reciba la bendición. Dios ya había dicho que Jacob sería el elegido, pero en vez de esperar y confiar en que Dios podría intervenir (como lo hizo cuando Abraham iba a sacrificar a Isaac), ella decide hacer las cosas a su manera, en lugar de confiar y esperar ella quiere el control de las circunstancias, y utilizando cualquier medio de manipulación y astucia para asegurar la situación.

Podemos ver que de manera sutil los roles se han invertido, Isaac está siendo muy pasivo en obedecer a Dios y Rebeca está tomando el liderazgo a su propia manera. Esta es la tendencia que existe en toda relación matrimonial desde la caída. Pero Dios ha diseñado al hombre para ser quien dirija a su familia en el temor de Dios, y ha diseñado a la mujer para ser ayuda idónea, y entre más el hombre y la mujer tomen el papel que Dios les ha dado, van a experimentar la bendición de Dios. De lo contrario, pasaremos por la misma situación que encontramos en esta familia disfuncional.

3. Los hijos

En tercer lugar, encontramos a los hijos. Ya hemos visto la actuación débil e imprudente de Esaú, vendiendo su primogenitura y casándose con mujeres paganas. Ahora quiero que veamos a Jacob en esta escena.

Jacob decide obedecer a pesar de saber que esto estaba mal. Como ya leímos, había algo en él que le decía que esto no era una buena idea (v. 11-12). Efesios 6:1 dice: «Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo», la frase en el Señor se refiere a que tu obediencia debe estar alineada los principios y carácter de Dios. Los hijos no están obligados a obedecer a algo que va en contra de Dios, como mentir o robar, porque eso no es «en el Señor».

Sin embargo, por conveniencia personal Jacob decide obedecer a su madre y se presenta ante su padre Isaac disfrazado de su hermano con la intención de engañar a su padre (v. 19). Quiero que veamos que Jacob no es una víctima, él no sólo está actuando por influencia de su madre, sino por voluntad propia. Isaac le hace una pregunta que quizá no se le había ocurrido a su madre (v. 20a), pero también Jacob era astuto ¿de quién creen que lo había aprendido? Y da una respuesta astuta, y para ganar credibilidad, habla metiendo a Dios en su argumento (v. 20b). Isaac nuevamente le da otra oportunidad de decir la verdad, pero Jacob insiste en sostener su mentira (v. 24).

Padres débiles en la fe, sólo darán como resultado hijos débiles en la fe. Las acciones de Isaac y Rebeca sólo produjeron más problemas entre sus hijos (Gen 27:30-41). ¡Qué bonita familia! ¿No? Un padre necio, una madre obstinada, un hijo rebelde y el otro mentiroso. Es el cuadro perfecto de una familia imperfecta.

Pero déjeme decirle algo: Es la familia que Dios había escogido. ¿Alguna vez ha notado lo difícil que es encontrar un ejemplo en la Biblia de una «buena familia»? Por ejemplo, la primera familia registrada, estuvo llena de desobediencia, rebeldía y asesinatos. La familia de Lot estaba desintegrada, su esposa se convirtió en estatua de sal y sus hijas actuaron impíamente en una relación incestuosa. Pero quizá Abraham ¿verdad? tal vez él tuvo una familia llena de armonía; no, sus decisiones sólo trajeron contienda y tensión en su matrimonio. ¿Qué tal la familia de Jacob? Un hijo favorito y los otro vendiéndolo como esclavo y engañando a su padre. Espere, quizá la familia de David, ¿o la de Salomón el hombre más sabio?

¿Qué pasa con las familias en la Biblia? La realidad es que ninguna familia vive en perfecta armonía. Mientras vivamos en este lado del cielo, lo que encontraremos en las familias son pecadores viviendo con otros pecadores. Y muchos se van por la vía fácil, si el problema es el matrimonio entonces no hay que casarnos, si el problema es la familia entonces no hay que tener una. Pero déjame decirte algo, aunque te vayas a una isla desierta vas a seguir luchando, porque el problema no es el matrimonio, Dios lo diseño como algo bueno; tampoco el problema es la familia, Dios la estableció con un propósito, el problema es tu pecado que mancha y afecta a los demás miembros.

Hemos visto en esta historia cómo cada miembro de la familia contribuyó con su parte de pecado para tener la receta perfecta de una familia imperfecta.

Pero hay un propósito eterno y glorioso detrás de todo este desastre. El tema principal de la Biblia es el plan misericordioso de Dios para redimir a los pecadores necesitados. Cristo vino para terminar con el pecado y traer salvación y restauración. No quiere decir que ya no tendremos problemas en nuestros hogares, sí lucharemos con nuestro pecado y con los de nuestra familia, pero en el evangelio ahora tenemos lo que necesitamos para enfrentar el pecado con el amor, la gracia y el perdón que Cristo nos ha dado a través del evangelio.

Y el Señor va a permitir el desorden para mostrar nuestro pecado y que nos volvamos a Cristo y abracemos el evangelio como nuestra única esperanza.

A pesar de todo lo que está sucediendo en la familia de Isaac, Dios está obrando y está cumpliendo su plan y su propósito. Vemos nuevamente el equilibrio entre la soberanía de Dios y la libertad humana. Cada miembro de la familia está actuando pecaminosamente, pero a pesar de eso Dios está cumpliendo sus propósitos:

«(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor.» – (Rom 9:11-12)

Dios está llevando a cabo su plan a pesar de la pecaminosidad del hombre: A pesar de la necedad de Isaac, la astucia de Reca y el engaño de Jacob. Tus decisiones no afectan los propósitos de Dios, tus decisiones afectan tu vida y la de los que te rodean. No podemos decidir vivir nuestra vida como queramos, que al fin y al cabo Dios va a cumplir sus propósitos. Tomar una decisión así es tomar el camino más difícil.

Como si un joven o una señorita dijeran «bueno, Dios ya tiene a la persona que será mi esposo/a, entonces puedo vivir probando de aquí y allá y al final Dios me va a guiar a su voluntad». Sí, Dios va a hacer su voluntad, pero vas a llevar con una carga más grande de culpa y remordimiento. Tus decisiones no afectan el plan de Dios, te afectan a ti y a los que te rodean.

La familia de Isaac es un desastre, pero a veces se requiere el desorden antes de que venga el orden. Es bueno desear la armonía familiar, pero en el plan soberano de Dios puede que eso no sea lo más importante. Él quiere utilizar el caos como el horno donde el pecado debe salir y donde se den oportunidades para que el evangelio sea entendido, aplicado y vivido.

Si tu familia no es el modelo perfecto de armonía, no te desanimes, Dios es un especialista en traer orden en medio del desorden. Mejor mira tu familia como una oportunidad de orar para que la gracia de Dios se haga visible y que el Dios de lo imposible obre en medio del Caos.

Más adelante veremos como la situación cambia en la familia de Isaac, después de un proceso de transformación y humillación tenemos una escena de perdón y restauración entre Jacob y Esaú. Y eso sólo es posible por la gracia de Dios.

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