Aproximadamente 700 años A.C. comenzó a surgir la mitología griega, tiempo después con la helenización y la conquista del mudo antiguo, las historias mitológicas comenzaron a popularizarse. Es interesante la similitud que hay entre la mitología y las historias registradas en la Biblia, al parecer los griegos tomaron prestadas algunas de las narraciones para desarrollar sus fantasías. Por ejemplo, Hércules, un hombre de una fuerza sobrehumana, en comparación con Sansón. El diluvio de Noé con Deucalión y Pirra, donde Zeus hace inundar el mundo para acabar con la raza humana. Y otros personajes como Eva y Pandora, Satanás y Hades, etc.
Obviamente los escritos mitológicos son simplemente eso, fantasía. La biblia por su parte, nos describe acontecimientos reales que forman parte de la historia humana. Pero algo que me llamó la atención es justamente el contraste/similitud entre la ciudad de los dioses y semidioses en la mitología griega, llamado el mote Olimpo; y el monte de Dios y la ciudad de Dios llamados la nueva Jerusalén, la Sion celestial. Y lo que me llama la atención es el contraste, ya que el monte olimpo es inaccesible para los humanos, de hecho, su nombre significa «Lo más alto entre lo alto», que es también el nombre de la montaña más alta en Grecia y donde vivían todos los dioses presididos por Zeus. Pero a diferencia de la idea griega de la deidad, la Biblia nos enseña como Dios no está separado e inaccesible para la humanidad, sino que él mismo decidió venir, y abrir un camino para llegar al padre. El acceso a la Sion celestial no está cerrado para los seres humanos sino abierto, por medio de Jesucristo quien es el camino, la verdad y la vida, y nadie viene al Padre sino por él.
El problema es que olvidamos fácilmente que nuestra ciudadanía no está aquí en la tierra. Se nos olvida fácilmente que no pertenecemos a este mundo, nuestra ciudadanía está en los cielos y buscamos lo porvenir. Heb 13:14 «porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir». Y cuando perdemos de vista quienes somos, fácilmente comenzamos a vivir para este mundo y las cosas de este mundo se convierten en todo lo que somos, perdemos nuestra identidad en Cristo y comenzamos a buscar lo que somos en cosas terrenales como un trabajo, un matrimonio, una carrea o ropa de marca. Olvidamos que somos extranjeros y peregrinos sobre esta tierra. Sólo estamos de paso.
Este es un salmo de los hijos de Coré, que exalta la belleza del monte Sion, menciona el privilegio de haber nacido en este lugar, y remarca el impacto que ha tenido en otras naciones.
Ahora quisiera que tomemos tiempo para estudiar acerca de Sion responder ¿Por qué es este lugar tan importante y por qué debe ser importante para nosotros?
La palabra hebrea «TSion» viene de otra palabra similar «Tsiyún» que se refiere una columna, y llegó a utilizarse para hablar de la base o capital de Israel. Se usa por primera vez en la Biblia en 2 Samuel 5:7 «Pero David tomó la fortaleza de Sion, la cual es la ciudad de David». Desde que David conquistó a los Jebuseos, Sion fue sinónimo de la capital, la ciudad más importante conocida como la ciudad de David. Y se me nombra como monte porque literalmente se encuentra en un monte y sobresale de los otros que le rodean.
Y lo que convierte a este lugar como un centro importante es lo que David hace en 2 Sam 6:12 «Fue dado aviso al rey David, diciendo: Jehová ha bendecido la casa de Obed-Edom y todo lo que tiene, a causa del arca de Dios. Entonces David fue, y llevó con alegría el arca de Dios de casa de Obed-Edom a la ciudad de David». Sion se convierte en el centro de adoración y el lugar en donde se manifestaba la presencia de Dios con el pueblo.
Y cuando Salomón construyó el templo y trasladó el arca del pacto, toda la ciudad de Jerusalén llegó a ser conocida como Sion. Después de esto, la mayoría de las veces que se utiliza la palabra Sion, se refieren a Jerusalén, no sólo como otro nombre de la ciudad sino porque es la ciudad donde mora la presencia de Dios:
– Haz bien con tu benevolencia a Sion; Edifica los muros de Jerusalén. (Sal 51:18)
– Cantad a Jehová, que habita en Sion; Publicad entre los pueblos sus obras. (Sal 9:11)
– Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos, la que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia; este monte de Sion, donde has habitado. (Sal 74:2)
– Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra, Es el monte de Sion, a los lados del norte, la ciudad del gran Rey. (Sal 48:1-2)
Pero Sion no sólo era el lugar donde estaba la presencia de Dios, sino que también era el lugar donde las personas podían encontrar ayuda y esperanza. Sion se convirtió en la fuente de liberación y salvación para todos aquellos que vinieran a él:
– Con mi voz clamé a Jehová, Y él me respondió desde su monte santo. Selah (Sal 3:4)
– Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga. (Sal 20:1-2)
Pero el pueblo de Israel pecó, y eso afectó no solo a las personas sino a la ciudad. El templo fue destruido y la presencia de Dios abandonó el lugar «Todos los que pasaban por el camino batieron las manos sobre ti; Silbaron, y movieron despectivamente sus cabezas sobre la hija de Jerusalén, diciendo: ¿Es esta la ciudad que decían de perfecta hermosura, el gozo de toda la tierra?» (Lam 2:15).
El juicio de Dios reveló que la Sion terrenal era una ciudad imperfecta, pero esto hizo que el pueblo de Israel y los profetas miraran hacia arriba y se dieran cuenta que esta ciudad apuntaba a una Sion futura y celestial (Hebreos 12:18, 22-23)
Y podríamos preguntarnos ¿Cómo puedo llegar a este lugar celestial? ¿Quién puede estar en el lugar santo? Esta es la pregunta que hace el Salmo 24:3 y el siguiente versículo nos da una lista de cualidades o requisitos para entrar en el monte de Dios, pero debemos tener cuidado de no ver este versículo como una lista de cosas que debemos hacer para ganarnos el acceso al cielo. No están ahí para eso, están ahí para recordarnos que ninguno de nosotros somos dignos de entrar en el lugar santo, la presencia de Dios. Pero hay alguien que sí lo es, mire los versículos 7-10. Sólo el Dios hombre el Rey de Reyes y Señor de Señores, Jesucristo es el único digno de entrar.
¿Entonces qué esperanza hay para nosotros? Esta es la razón por la que comencé dando toda esta perspectiva de Sion, y ahora quiero que volvamos a leer el Salmo 87 con este nuevo panorama en mente ¿Cuál es la frase o idea que se repite en todo este salmo? Este nació allá. La mayoría de nosotros estamos orgullosos del lugar donde nacimos. Allá en Veracruz se dice «Sólo Veracruz es bello». Tenía un amigo regio que vivía en Veracruz, y cuando regresaba para acá siempre decía: «por fin voy a ir a la tierra prometida, la tierra donde fluye leche y miel». Para cada uno de nosotros no habrá mejor lugar que aquel donde nacimos, sin embargo, si naciste en una ciudad grande, eso te da un plus; no es lo mismo decir «yo nací en la guásima», que decir «Yo nací en Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara».
Sal 87:4-6 Nos hablan del orgullo o privilegio de ser de Sion, y como incluso gente de otras naciones que buscaban al Dios verdadero, tuvieron el privilegio de nacer en esta nación.
En términos del Nuevo Testamento, para que usted y yo podamos entrar en el monte Sion la ciudad celestial, necesitamos nacer de nuevo. Es lo que Jesús dijo a Nicodemo Jua 3:3 «Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios». El único que puede entrar es Jesús, pero ¿qué de ti y de mí? a menos que te arrepientas de tus pecados y confíes en Cristo, y sigas a Cristo, a menos que nazcas de nuevo no puedes ver el reino de Dios.
Rom_11:26 «y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad». Cristo es el Salvador prometido que quita el pecado del mundo para que tú y yo podamos entrar en el monte de Dios y disfrutar la eternidad con él.
Apo_14:1 Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre El Monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.
Quiero que vea el último versículo conmigo, la Biblia de las Américas traduce de la siguiente manera: Sal 87:7 «Entonces tanto los cantores como los flautistas, dirán: En ti están todas mis fuentes de gozo». Si somos ciudadanos del cielo, debemos encontrar nuestro gozo en Cristo, en lo celestial y en las cosas espirituales. «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria». (Col 3:1-4)
«El Dios de dioses, Jehová, ha hablado, y convocado la tierra, desde el nacimiento del sol hasta donde se pone. De Sion, perfección de hermosura, Dios ha resplandecido». (Sal 50:1-2).
Todos hemos nacido una vez en alguna ciudad terrenal. Y ese nacimiento simplemente nos ha hecho de carne y hueso y nos ha dado la ciudadanía en algún país y ciudad aquí en la tierra. Pero si queremos conocer a Dios y estar con Dios en su ciudad, si queremos ser parte de ese futuro reino de paz, gozo, amor y justicia donde Dios gobierna desde Sion, entonces tenemos que nacer de arriba. Necesitamos tener un segundo nacimiento espiritual y una ciudadanía en la Jerusalén de arriba. Nuestro segundo certificado de nacimiento tiene que decir: «Este nació en Sion».
Heb 11:16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.