En el ajedrez (el juego de mesa) una partida termina cuando se hace jaque mate a la reina. La segunda guerra mundial terminó después de la muerte del líder supremo alemán Adolfo Hitler. En el libro de los Hechos encontramos a un erudito llamado Gamaliel, haciendo un recuento de cómo la muerte de un líder terminó con su movimiento e ideología:
«Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían fueron dispersados y reducidos a nada. Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados». (Hch 5:36-37)
Los judíos y romanos querían terminar con el movimiento y las doctrinas de Jesús, así que pensaron que la manera de detener el avance de las enseñanzas e ideología del cristianismo era matando a su líder. Y eso fue lo que hicieron.
Lo triste es, que los discípulos también pensaban que todo había terminado. Cuando Jesús se encontró a dos de ellos en el camino de Emaús:
Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? […] Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido». (Luc 24:17, 19-21)
Ahora encontramos a los discípulos temerosos y tristes. Es entonces que Jesús se revela a los suyos, su resurrección es un mensaje de esperanza para todo aquel que cree. De hecho, la resurrección es parte fundamental del mensaje del evangelio:
«Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual, asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; (1Co 15:1-4)
Juan 20:19-22 Es el mismo domingo por la tarde, el domingo de resurrección. Jesús se había aparecido a las mujeres que lo habían ido a buscar al sepulcro muy de mañana. Después que vieron que el Señor había resucitado, volvieron a dar las nuevas a los discípulos. Cuando ellos llegaron a la tumba, la encontraron vacía y con la piedra removida pero no vieron al Señor.
Lo que encontramos es que no son las mujeres, ni los discípulos los que están buscando al Señor. Es Jesús mismo el que está buscando a sus discípulos. Jesús está vivo, él resucito y lo que hace es ir a los suyos para consolarlos y reavivar su esperanza.
Pero ¿Dónde están sus discípulos? No se nos menciona el lugar, pero se nos dice que están ahí encerrados, por miedo a los discípulos, y es en ese momento que Jesús se aparece.
Jesús no abrió la puerta, ni siquiera tuvo que tocarla. Esta una habilidad asombrosa del cuerpo resucitado de Cristo. Cuando vemos que la piedra de la tumba había sido quitada por el ángel, no era para que Jesús pudiera salir. Él podía traspasar paredes. Era para que las personas pudieran entrar y comprobar que verdaderamente él había resucitado.
Ahora, Jesús se aparece y los discípulos están más aterrorizados ya que pensaban que veían un fantasma: «Luc 24:37-39 «Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo».
El hecho de que el Cristo resucitado buscara a sus discípulos nos enseña la primera verdad de este pasaje, y es que el Señor quiere tener COMUNIÓN con sus discípulos. De hecho, una de las primeras cosas que hace después de resucitar es comer con ellos.
Hermano, amigo, el Cristo resucitado quiere tener comunión contigo. El hecho de que Jesús pueda atravesar paredes nos enseña que él puede ir a donde nadie más puede ir. Jesús puede llegar a donde nadie más puede. Ningún médico, ningún doctor, ningún psicólogo. Usted no puede estar tan lejos de Dios que él no sea capaz de alcanzarle. No hay corazón tan duro que el Señor no pueda quebrantar. No hay problema tan grande al que el Señor no pueda llegar, no hay hijo rebelde que no pueda alcanzar.
No hay matrimonio al que Jesús no pueda ayudar. Jesús puede llegar a donde nadie más. Él quiere tener comunión contigo.
Si notamos en este versículo dice que las puertas estaban cerradas porque los discípulos tenían miedo de los judíos. ¿Cómo se imagina que estaba esa puerta? Su líder, su maestro, su Señor, acababa de ser torturado y muerto porque era una amenaza para la religión judía y para los intereses de César ¿Qué cree que iban a hacer con todos los seguidores de Jesús? Seguramente lo mismo.
Sin embargo, en ese momento de dolor y confusión se nos dice que: «vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. «. ¡Qué hermosas palabras! Esto nos enseña LA SEGUNDA VERDAD de este pasaje, que el Cristo victoriosos y resucitado llega en medio del dolor, la aflicción, del temor, de la desesperación, no sólo para tener comunión, sino para traer PAZ.
Y cuando hablamos de paz, no sólo nos referimos a estar tranquilos ante las dificultades o las pruebas. Es verdad que Dios nos puede dar tranquilidad, sin embargo, él desea cosas más profundas y eternas. La paz que Jesús nos da, es la que viene cuando pasamos de las tinieblas a la luz, y dejamos de ser enemigos de Dios para pasar a ser hijos de Dios.
«Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios». (Rom 5:1-2)
El Cristo resucitado apareció en medio de donde estaban sus discípulos. Imagínese, el privilegio de ver al Señor Jesús resucitado en persona. Fue la experiencia de Tomás, Jesús le dijo: «Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron». Al final del versículo 20 vemos la respuesta de los discípulos al ver las evidencias de Cristo. Esto nos enseña la tercera verdad de esta mañana, que EL CRISTO RESUCITADO VIENE A SUS DISCÍPULOS PARA TRAER GOZO.
¡Jesús está vivo! ¡Verdaderamente está vivo! eso es motivo de gozo, lo fue para los primeros creyentes y debe serlo también para nosotros. Este día debe ser una celebración de la victoria de Cristo sobre la cruz, sobre la muerte, satanás y el pecado.
«Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien, creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso».
(1Pe 1:7-8)
Ésta ha sido la esperanza del pueblo de Dios y debe ser nuestra esperanza.
El vendrá a buscar a los suyos (Hch 1:9-11). También nosotros hemos experimentado una resurrección espiritual. Efesios 2:1 Así como Dios resucitó a Jesús de entré los muertos, así también Él nos dio vida cuando estábamos muertos en nuestros pecados.