Los cristianos pueden verse tentado a sentir temor o vergüenza por el nombre de Jesús. Esta segunda carta a Timoteo comienza con la exhortación de «no te avergüences de dar testimonio…». Pablo conoce bien a Timoteo y a su familia. Después Pablo mismo invitó a Timoteo a viajar con él para proclamar el evangelio. Sabía que era un joven predicador, conocía sus aflicciones, enfermedades, etc.
Pero quiero que entendamos este contexto, Pablo está preso en Roma y está a punto de morir. Él está tratando de animar en esta carta al joven Timoteo, a no avergonzarse de dar testimonio. Ya que el creyente ha recibido el poder de Dios por su Espíritu, tú debes testificar de Cristo sin temor (2 Ti 1:6-14).
I. No te avergüences de dar testimonio de Cristo (2 Ti 1:8)
La Palabra repetida en esta porción es la idea de tener un espíritu de cobardía, otras traducciones se refieren a «temor vergonzoso». (2 Ti 1:8,12,16). Había una gran hostilidad en la iglesia de Éfeso, donde Pablo había sido enviado como anciano, había hostilidad en el liderazgo, falsos maestro, etc. Pablo está encarcelado, a punto de morir, y todo esto abrumaba un poco más el carácter débil de Timoteo. Pero Pablo exhorta a Timoteo diciéndole «Aviva el fuego del don que hay en ti», «no te avergüences» es la exhortación. Aun cuando la situación sea difícil no te avergüences.
2 Ti 1:8 El ser cristiano requiere valor, identificarte con Cristo requiere valor, vamos a sufrir aflicciones por el evangelio. No pensemos que al ser cristiano todo va a ser de color de rosa. Tomamos el nombre de «cristiano» porque seguimos a Cristo, nos identificamos con Cristo, y si el maestro sufrió, fue rechazado, maltratado, etc., a nosotros también nos van a rechazar. Pero «No te avergüences».
El versículo 8 nos recuerda esta realidad en tres maneras: 1) avergonzarse del nombre de Cristo, al cual somos llamado a ser testigos 2) avergonzarse del pueblo de Cristo, al cual pertenecemos si pertenecemos a Cristo, y 3) avergonzarse del evangelio de Cristo, el cual somos responsables de proclamar. Si somos Cristianos debemos identificarnos con él aún en el sufrimiento y no avergonzarnos (Mr 8:38).
¿Te avergüenza dar testimonio de Cristo a tus compañeros de trabajo? ¿Cuándo fue la última vez que compartiste de Cristo con un familiar o amigo no creyente? ¿Te da pena asociarte con los cristianos o te avergüenza que alguien sepa que eres un creyente? ¿No estás dispuesto a sufrir por el evangelio en lo más mínimo?
II. Asegúrate que conoces el evangelio de Cristo. (2 Ti 1:9-10)
El evangelio son buenas noticias, el evangelio también es poder de Dios para salvación (Rom 1:16). En Lucas 2:10-11 encontramos que la venida del Salvador son noticias buenas. 1 Timoteo 1:15 Cristo vino para salvar a los pecadores. Todos estos versículos son recordatorios de lo que es el evangelio. Si unimos estas frases nos dan este significado “nos salvó” “nos llamó con llamamiento santo”, “sacó a luz la vida y la inmortalidad”; Dios no solo nos perdona de nuestros pecados al venir a Cristo, sino que nos llama a vivir una vida santa». (1 Tes 4:7; 1 Cor 1:2)
¿De dónde viene esta salvación? El versículo nos dice: «no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús». Efesios 2:8 dice que por gracia hemos sido salvos, no por obras para que nadie se gloríe. La fuente de la salvación no está en nuestras obras sin en la obra de Dios. “Enfatiza que la salvación es por gracia de Dios solamente, no por mérito humano; nos por nuestras obras hechas en el tiempo, pero conforme al propósito de Dios concebido en la Eternidad” (John Stott).
Ahora la salvación fue manifestada por medio de Cristo. Cristo quitó la muerte (2 ti 1:10). La muerte entró por la rebeldía de los primeros padres, y la muerte pasó después a todos los hombres. Pero Cristo vino para quitar la muerte, él es el único que ha resucitado de los muertos y si nosotros confiamos en él, también tenemos vida eterna (1 Cor 15:55; Ro 8:38-39; Jn 5:24). Alguien que cree que Jesucristo es el salvador, entonces ha pasado de muerte a vida. Cristo posee la inmortalidad, y él la da al creyente (1 Cor 15:52-54). En Cristo hay salvación, quitó la muerte y trae a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.
¿Has comprendido y creído en el evangelio de Cristo ¿Conoces el evangelio? ¿Si murieras hoy estás seguro que irás con él a la gloria? ¿O aún estás tratando de ser una buena persona y tratando de agradar a Dios por tus buenas obras? No existe buena obra que puedas hacer para ganar el favor de Dios, solamente creer en el Señor Jesucristo y serás salvo. La salvación se encuentra en Cristo. Ese es el evangelio.
III. Cumple con tu responsabilidad de proclamar el evangelio de Cristo (11-14)
Recordemos que es la última carta de Pablo y está tratando de animar a Timoteo. Seguramente Timoteo sabe que Pablo va a morir y hay mucho temor. De la misma manera nosotros somos llamados a predicar el evangelio, pero quizá pensemos que no somos ni predicador, ni apóstol ni maestro; sin embargo, en cierto sentido somos enviados a predicar el evangelio con nuestros compañeros y vecinos. También somos maestros. Todos tenemos la responsabilidad de proclamar el evangelio de Cristo.
Quizá esta responsabilidad puede causarnos temor, pero «no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.». Que podamos identificarnos con Dios aún
Ya que hemos recibido el poder de Dios por su Espíritu, tú debes testificar el evangelio de Cristo sin temor. ¡Dios nos ayude a hacerlo!